Sinopsis:

 

La paciencia es una de las grandes virtudes que sin duda no puede incluirse entre las de Axel. Treintañero, empresario con taller mecánico propio y poco o nada dado a perder el tiempo. Por encima de todo, a quienes no soporta es a las mujeres desesperadas. Pero como reza el dicho: nunca digas de esta agua no beberé... 

Visión de futuro. Esa es la gran idea que nos meten en la cabeza, pero que de ningún modo puede aplicarse a la vida de Portia. Dos divorcios, varios amantes, una amenaza de bancarrota y un hermano cansado de sufragar gastos la condenan a un puesto de trabajo con un salario mínimo y que como mucho le da acceso a ropa de fabricación masiva. Y para rizar el rizo, en un ambiente hostil... 

¿Encontrarán Axel y Portia algún punto en común a pesar de pertenecer a mundos tan opuestos?

Mi Opinión:

Que libro más intenso. Las emociones se podían palpar con solo leerlas. Portia es una mujer bastante alocada, lo que hace que la historia sera única. Axel, me lo he imaginado de mil formas... Pero sin duda es un personaje único. 

Noe Casado sabe como entretener al lector hasta el final de su libro. Su narativa es magnífica, los lugares fueron bien detallados. 

Es verdad e que los que son gente importatne en el mundo de los negocios, suelen ser bastante prepotentes e inccluso miran por encima del hombro a los demás.

Owen es un gran banquero, pero creo que tiene que comenzar a relajarse un poco y dejar de ser tan estrico con la gente y sobre todo consigo mismo. 

Astrid, es un amor de mujer, quiere demasiado a su hermano Axel.

Pierce es un hermano sobreprotector y eso en algunos puntos es bueno. Se que el no lo hizo por mal, lo de enviar a Portia al Sur de España, pero se lo merecía en cierto sentido de la palabra.

Paloma ¿que puedo decir de ella? Que era celosa, manipiladora y que no se daba enterado de que entre ella y Axel ya no había nada. Lo que no me gustó de Paloma, fue hacerle la encerrona a Portia en la peluquería.

Hay muchas maneras de hacer las cosas y Paloma no las sabe hacer...

Elías era la guinda del pastel, me he reído mucho con sus ocurrencias...